La pérdida de calidad de vida intergeneracional era impensable hace algunos años. Esto vuelve a dar poder a la institución moribunda de la familia, restableciendo las viejas jerarquías de poder entre padres e hijos.
Muchos padres autoritarios frustrados utilizan esté recuperado poder para mantener bajo el yugo del control a sus hijos retornados al hogar paterno por las duras circunstancias actuales.
La anterior generación son unos privilegiados nacieron con una cuchara en la boca y son unos niños malcriados y mimados de la sociedad, que después educaron a sus propios hijos con estas expectativas para un mundo muy diferente al que ellos recibieron.
Esta generación nacida hacia los años 40 y 50 se creen con derecho a todo y por encima de los demás. Fueron los últimos en recibir pensiones y con derecho a negociar prejubilaciones. Gracias a estas pensiones muchos de ellos pueden mantener a sus hijos con el coste en libertad de estos, no tienen derecho a fundar una familia y siempre serán vistos por sus padres como niños y adolescentes.
Para ser justos no sólo es la generación actual sino tambiénnn gran parte de la anterior la que viva penosamente en el día de hoy. La mayoría de los supervivientes de generaciones anteriores también, muchas veces abandonados a su suerte por hijos y nietos. La mayoría de las residencias de tercera edad han echado el cierre al ser un servicio que muy pocos se pueden permitir. Solo quedan algunas de lujo.
La vida es muy dura hoy en día en España para aquellos que no tienen dinero. Es preferible la muerte o si no... hay que tener mucho aguante para tanto sufrimiento.
Es natural que en estas circunstancias hayan surgido muchos grupos e individuos con el deseo de crear destrucción al no tener nada más que perder.
El grueso de la población tiende a la desesperación. Sólo unos pocos consiguen de manera creativa salir adelante (por ejemplo la mayoría marchándose al campo y viviendo de manera natural de lo cultivado, aunque de manera simplificada y con una calidad de vida menor) o encontrar una manera lo suficientemente destructiva de hacer suficiente daño para perjudicar aún más la situación de todos. Cuando una sociedad compleja colapsa no hay incentivos para mantener la complejidad y se descompone a sistemas más simples.
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