martes, 13 de agosto de 2013

La propiedad privada, una especie en peligro de estinción por la Gran Recesión

La propiedad privada ya no es lo que era. No toda la gente respeta ya las posesiones de los demás. ¿Para qué? Muchos se sienten legitimados a robar, saquear y llevar a cabo actos de vandalismo, porque los propios líderes políticos del país empezaron predicando con el ejemplo; cuando hay que comer y depende de la supervivencia el entrar, el allanamiento y no respetar la propiedad privada, esto es más fuerte que cualquier institución o regla social.

Ya no es el tema retóricas comunistas trasnochadas como "la tierra para quien la trabaja", "todo para todos", "cada cual en función de sus capacidades, a cada cual según sus necesidades". Es más bien el sentido de supervivencia práctico de la ley de la jungla y si no lo robo yo, otro se lo quedará. Es la tragedia de los comunes y el free rider como modelo social. Todo empezó con la decadencia de la propiedad intelectual con las descargas de internet, y cuando con la crisis no hubo más dinero ni crédito siguió la propiedad privada.

La propiedad privada que se creó hace milenios (quizás a la vez que la agricultura) para proteger a aquellos que tuvieran algo y qué es la base de la civilización y las ciudades desde la llegada del hombre sedentario ahora se encuentra en crisis.

Por supuesto existen métodos cada vez más salvajes de defender la propiedad privada y que muchos implementan por su cuenta y riesgo. Y métodos también más salvajes de transgredirla y obtener lo que el otro tuene. El ser humano se brutaliza y esto crea una escalada de violencia cada vez más acelerada y ascendente.

Sin entrar en la moralidad de todo esto, algunos han optado por no poder tener nada o más bien se han visto obligados a no tener nada. Otros han ido acumulando por suerte, buenos contactos o buena estrategia política.

Al final se ha creado una situación de desigualdad como no existía desde hace mucho tiempo, y que no debería existir en una sociedad para llamarse avanzada, civilizada, de la abundancia, cómo se nos vendió durante el capitalismo consumista del siglo XX y comienzos del XXI.

Por otro lado, como tampoco existe ya prácticamente el estado de derecho y la justicia se ha encarecido mucho (desde la subida de tasas de Gallardón), ya sólo la pueden pagar unos pocos, y muchas disputas se resuelven tomándose la justicia por su mano, o según el grado de civilización de los individuos en duelo a muerte, a veces a lo grabado de Goya: Muerte a garrotazos.

Muchas veces ante la duda, por ejemplo en casos de disputa de posesión por herencia, el que llega antes y ocupa es el que impone su voluntad al resto de herederos, conquista y arrasa, muchas veces dejando a los demás participantes que tenían igual derecho fuera y sin nada, sin posibilidad de expulsarle de la propiedad, y para deshacer jurídicamente los problemas causados hay que pagar muchísimo dinero, y sin garantías de vencer. Por ello la única justicia posible que queda para muchos es la autojusticia.

Y aquellos exiliados de su familia o que han caído en desgracia pierden todos sus derechos, como Felix, y no les queda nada.

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