sábado, 17 de agosto de 2013

Total desesperanza de la población y una media de 351 suicidios al día

Según las últimas encuestas del CIS en 2020 el problema que más preocupa a la población es la corrupción, incluso muy por encima del paro, y hay una sensación de que las cosas ya ni van a mejorar nunca ni van a cambiar. Por eso el pueblo bascula entre la sensación de tristeza y rabia, o resignación, desesperanza y desapego según cada individuo.

La gente se aferra a la más mínima esperanza y cualquier cambio es bienvenido aunque sea negativo. Hay mucha incertidumbre ya nadie sabe cómo puede organizar sus vidas mejor, sobrevivir se ha vuelto demasiado complicado y mucha gente ha decidido tirar la toalla y abandonarlo todo, suicidarse solos o llevándose a otros consigo. La tasa de suicidios se ha disparado hasta una media de 351 al día (lo que al año implica más de 100000 muertes), aunque no hay estadísticas oficiales porque se trata de ocultar la cruda verdad. Los datos provienen de ONGs y de Amnistía Internacional.

La mayor parte de la población responde de manera pasiva agresiva con lo cual no pueden enfrentarse a quienes les en su opinión les han causado tantas dificultades. Tratan de buscar formas sutiles de vengarse como las que se describen en el libro de antropología "Armas de los pobres" (Weapons of the Weak, Everyday forms of peasant resistance) de James C. Scott.

Sin embargo, es extraño y solo cuestión de tiempo que individuos agresivos aparecieran para causar destrucción y contribuir a erosionar aún más el sistema.

Sólo unos pocos tienen una comprensión más profunda de lo que está ocurriendo, las injusticias y temerarias irresponsabilidades financieras que nos han llevado hasta esta recesión tan profunda y nunca vista en la historia de la civilización humana. El resto de la gente lo achacan a las injusticias propias de la vida y del tiempo que les ha tocado vivir, y no tratan de buscar culpables desde su humildad.

Incluso unos pocos continuan apoyando a los políticos, incluso al partido del gobierno, creyendo aún sus promesas rotas y mentiras una.y otra vez, y creyendo que ellos son los únicos capaces de sacarnos de esta situación tan terrible. El que tiene la más mínima idea de lenguaje corporal puede darse cuenta fácilmente del engaño y la burla de los políticos, como Mariano Rajoy que guiñaba un ojo cada vez que mentía.

Durante estos 10 últimos años hemos tenido la sensación de que las protestas no sirven para nada, y sin embargo sí que desgastan al gobierno y al pabellón político. El relevo de presidentes se ha acelerado exponencialmente desde 2012 hasta en los últimos meses llegar a ser de solo unos pocos meses en el poder por presidente, como al principio de la democracia española y síntoma de su gran fragilidad actual.

La competitividad en política es tan grande que la traición, los asesinatos políticos, chantajes y todo tipo de políticas que harían sonrojarse a Maquiavelo son la orden del día.

La política es ahora un lugar más peligroso que nunca y sólo unos pocos pueden sobrevivir en ella. Aunque paradójicamente la destrucción de la propia reputación no suele ser obstáculo para ser reelegido, si uno tiene buenos asesores.

Nos acercamos a la última fase del Imperio Romano, conocida como la Unión Europea. La caída está cerca.

Lo que vendrá después durante un tiempo será caos probablemente.

Por eso la aparición de grupos terroristas y un justiciero vigilante que por lo menos vengue al pobre,  crea cierto confort a la gran parte de la población, como una nueva esperanza, aunque su apoyo abiertamente esté prohibido (y penado como apología del terrorismo).

Muchos quisieran saber más de este misterioso justiciero, pero hay muy poca información disponible y la poca que hay está distorsionada. Es simplemente la forma en que hace su trabajo, con secretismo.

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